
El beso y el abrazo llegan con tanta fuerza que lo hacen marcados por un tiempo, nos podemos abrazar o besar muy largo, pero la intensidad vendrá a importunar pidiendo un respiro, y el insistir se enredará en toda una cuestión de tiempos. La caricia no, cada caricia tiene la capacidad de ser infinita, te puedo acariciar como si respirara, ignorando el tiempo, mirar o hablar cualquier cosa y acariciarte o sentir tus yemas, en el regocijo de una letanía sin reloj, o puedo no decir ni pensar nada, y abismarme en el arrullo silencioso del roce de tus dedos.