De la caricia... al sexo

Y en la otra cara pondré el sexo, y el ensueño de la moneda completa, de qué otra forma podría ser sufrible el cuento del fueron felices y no sé qué comieron. Al girar la moneda, la voracidad, el deseo irracional de superar la barrera del otro cuerpo en un enredo, y de hacer sentir lo inimaginable, lo que uno mismo siente, anhelar anular todo lo que construye un yo, a la tal consciencia que tanto cuesta despistar, afán de parar el mundo para sentir el vértigo de su parada en seco, el enigma del hápax reiterable. Qué te puedo decir, nada, tienes la sabiduría del instinto y la imaginación, el silencio está muy bien, pero prefiero tus gemidos.