Érase una vez una bruja, tan bruja, que fue transgresora, independiente y empática. Y una princesa, tan princesa, que se acomodó en una pasividad complaciente.
Érase una vez una bruja, tan bruja, que fue transgresora, independiente y empática. Y una princesa, tan princesa, que se acomodó en una pasividad complaciente.